La soberbia también es mala praxis
El Gobierno de Misiones viene atravesando un año difícil. Dos elecciones consecutivas —abril y octubre— dejaron un mensaje claro del electorado: descontento con el rumbo político, económico e institucional de la provincia. Pero todo indica que, lejos de analizar ese mensaje y rectificar el rumbo, la conducción provincial eligió la negación.
Durante la campaña, casi en soledad, Oscar Herrera Ahuad salió a dar la cara. Fue el único que intentó explicar, persuadir, escuchar. El resto del oficialismo permaneció escondido. Y aunque los discursos abundaron en medios estatales y redes sociales, el pueblo votó otra cosa. La ciudadanía no creyó en ese relato donde todo parecía estar bajo control.
Dicen que de los errores se aprende. Pero para aprender, primero hay que reconocer el error. La soberbia, sin embargo, parece haberse convertido en el principal obstáculo del oficialismo misionero.
La visita del flamante ministro del Interior de la Nación dejó nuevamente al descubierto lo que todo el mundo sabe y ya no se cuida de disimular: quién manda realmente en Misiones. En casi todas las fotografías oficiales, la figura destacada no fue el gobernador sino Carlos Eduardo Rovira, diputado provincial y conductor absoluto del Frente Renovador.
Y es lógico que la ciudadanía pregunte:
¿Qué hace un diputado encabezando reuniones de Estado con un ministro nacional?
La respuesta es conocida, pero el problema es otro: no hay voluntad de disimularlo. Aún después del rechazo electoral, el esquema de poder se muestra intacto. Como si nada hubiera pasado. Como si la voluntad popular fuese un trámite menor.
La política requiere símbolos. Y los símbolos importan. Cuando la imagen que se comunica es la de un poder concentrado en una sola persona —fuera de la estructura institucional correspondiente—, el mensaje es claro: no hay aprendizaje, solo continuidad.
La conducción provincial insiste en manejar la política como si no hubiese ocurrido un llamado de atención histórico. Como si la sociedad no hubiese pedido cambios urgentes. Como si no hubiese consecuencias por ignorar el hartazgo de la gente.
El pueblo habló dos veces.
El poder todavía no escuchó ni una.
Audiodinámica | Crítica Profesional
Radio El Pueblo | 33 años comunicando





