Barajar y dar de nuevo
Editorial de Pepe Levy
Tiene que ver con las elecciones de ayer y tiene que ver con el Frente Renovador de la Concordia, con NEO y con todas esas fórmulas y nombres nuevos que fueron apareciendo en estos años. Han buscado distintas maneras de presentarse, de mostrarse renovados. Han cambiado palabras, idiomas, siglas, colores… pero en definitiva, todo pareció más un maquillaje que una verdadera transformación.
Porque los cambios reales en política no se dan con nombres nuevos ni slogans creativos. Los cambios se dan cuando se modifican los conceptos, la sensibilidad, la forma de administrar y de escuchar a la sociedad.
Y cuando eso no ocurre —cuando sólo se escucha lo que uno quiere escuchar—, pasa lo que pasó ahora: la gente habla en las urnas.
En Posadas, una persona que estuvo presa por reclamar mejores salarios le ganó a la renovación. En la capital provincial, plagada de carteles y gigantografías, con toda la maquinaria mediática y publicitaria funcionando al máximo, hicieron la peor elección desde que están en el poder. Un triunfo con sabor a derrota.
El 28% votó a favor, y el resto dijo que no. Y ese “no” fue un mensaje claro.
Daba la impresión de que empezaban a escuchar, de que se venían algunos cambios. Pero parece que fue tarde. Porque la sociedad ya estaba molesta, cansada.
Ni la presencia del gobernador en los últimos días, acompañando a su candidato principal, alcanzó para revertir el descontento.
Y no porque el candidato sea malo —Herrera Ahuad es un buen candidato—, sino porque el proyecto está desgastado. La renovación, al menos por ahora, ha caído en desgracia.
La gente ya no se deja encandilar por nombres nuevos ni por rostros jóvenes. Lo que quiere es gestión, transparencia y respuestas.
Y como me dijo un dirigente renovador el domingo: “Se va a poner cuesta arriba el 2027.”
Y tiene razón. Porque después de tantos años de poder, la cuesta se hace empinada cuando no hay autocrítica.
Le echaron la culpa al gobierno nacional por todo. Por los problemas económicos, por la inflación, por la inseguridad… hasta faltó poco para que también lo culpen si no había profilácticos en las farmacias.
Y todo amplificado por esa red de medios adictos, que repiten lo que el poder provincial quiere escuchar.
Pero ni con eso alcanzó. Porque cuando la gente se cansa, apaga la radio, cambia el canal y vota distinto.
Encima, esos errores políticos generan daños colaterales. Municipios que no gobiernan mal, que hacen lo que pueden con lo que tienen —como Montecarlo, Eldorado, Alem, Esperanza— también pagaron el precio del enojo general.
En muchos lugares, la renovación perdió por márgenes impensados hace unos años.
Por eso, no hay dudas: tendrán que barajar y dar de nuevo.
Porque los maquillajes no sirven, los nombres nuevos no alcanzan, y los discursos vacíos ya no convencen.
La sociedad misionera está cansada, y tiene motivos.
Y si algo enseña la historia, es que cuando un gobierno escucha, cambia y vuelve a hacer las cosas bien, la gente lo reconoce.
Pero para eso hay que tener humildad. Y parece que hace rato se olvidaron de lo que significa esa palabra.
Audiodinámica | Crítica Profesional
Radio El Pueblo | 33 años comunicando





