whatsapp image 2025 12 19 at 13.33.57

La humildad como valor político

La humildad como valor político

Editorial | Pepe Levy

Son tiempos de reflexión. Y reflexionar implica preguntarnos por qué las cosas se mueven como se mueven, qué fuerzas las impulsan y qué responsabilidades nos caben a cada uno en ese movimiento permanente que es la vida social y política.

En estos días, conversando al aire —ya sea con el economista Gustavo “Lacha” Lazzari o con la viceintendenta— surgía una idea que vale la pena retomar: todos hacemos política. Hay políticas comunicacionales, políticas económicas en cada hogar, políticas deportivas, culturales y sociales. Pero es la política partidaria la que concentra el mayor poder, porque es la que administra la cosa pública.

Y administrar la cosa pública no es un dato menor. No se trata de gestionar un negocio propio, una empresa familiar o una cuenta personal. Se trata de administrar los recursos de una comunidad, de una provincia, de un país. Por eso, quienes ingresan a la política partidaria deberían hacerlo con una premisa básica: honestidad, capacitación permanente y, sobre todo, humildad.

En estos días recibía, como tantas otras veces, un mensaje de reflexión bíblica enviado por una persona que —desde mi mirada— es una de las pocas que atravesó la política partidaria y la función pública sin quedar atrapado en sus peores prácticas. Y eso no ocurre por casualidad. Ocurre porque hay personas que entienden que el poder es circunstancial y el servicio, permanente.

¿Por qué algunos salen ilesos de la política y otros no? Desde mi óptica, por dos razones centrales: porque son honestos y porque son humildes. La humildad verdadera, no la falsa modestia. Esa humildad que permite escuchar, asesorarse, aprender, equivocarse y corregir.

Solo el humilde se asesora en serio. Solo el humilde entiende que no sabe todo. Puede escuchar a muchos y luego decidir, claro que sí, pero escucha con respeto y con atención. He conocido intendentes que pedían opinión, que se sentaban a conversar, pero luego hacían exactamente lo contrario. Y no es casual que esas gestiones hayan terminado mal.

También están los otros: los de la sonrisa permanente, el abrazo fácil, la cordialidad impostada. La falsa modestia. Pasan por la función pública sin dejar huella, o se quedan demasiado tiempo sin preguntarse por qué. En nuestra provincia, incluso, hay intendentes que llevan décadas en el poder. Algunos porque cumplen su función; otros, porque el sistema los sostiene.

Pero vuelvo a la idea central: el que tiene poder es el que más debe controlarse. El que debe bajar el tono, escuchar más, debatir sin gritar, disentir sin agredir. Y eso hoy escasea.

Por eso quiero mencionar a alguien en particular: el ex vicegobernador de la provincia, Pablo Juan Tschirsch. Fue vicegobernador entre 2003 y 2007, luego diputado provincial, y antes ministro de Educación cuando Carlos Rovira lo convocó. Hoy está retirado de la función pública, jubilado de la empresa donde fue gerente durante años, y dedicado de lleno a su tarea pastoral y a difundir la palabra de Dios.

Siempre se pudo charlar con él. Siempre fue accesible. Y sigue siéndolo. Es uno de los pocos que, desde mi mirada, pasó por la política partidaria y volvió a su comunidad sin cargas, sin cuentas pendientes, sin necesidad de explicar lo inexplicable. Eso también dice algo.

Hoy hacen falta más dirigentes así. Más empatía real y menos gestos de campaña. Más humildad auténtica y menos marketing político. Porque hay prácticas que degradan a la política: entregar bolsitas en campaña a colonos o trabajadores rurales para luego pedirles el voto no es política; es una falta de respeto.

Administrar la cosa pública es difícil. Siempre habrá decisiones que beneficien a algunos y perjudiquen a otros. Eso es inevitable. Pero el buen trato, la amabilidad y la humildad pueden marcar la diferencia.

La política partidaria necesita recuperar esos valores. Necesita dirigentes que entiendan al otro más allá del voto, que se acerquen no solo para pedir, sino también para escuchar. Porque cuando la humildad es real, la política deja de ser un problema y vuelve a ser una herramienta.

Y eso, hoy más que nunca, es lo que hace falta.

Audiodinámica | Opinión autorizada
Radio El Pueblo | 33 años comunicando

pepe levy circulo
Pepe Levy
img 20250512 wa0007 (2) (2)
1000335315 (1)

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *