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La campaña de los carteles

La campaña de los carteles

Editorial de Pepe Levy

Seguramente después le pondrán el título que quieran a este comentario, pero hay algo que no puede seguir pasando: el vergonzoso despilfarro de dinero en carteles políticos a lo largo y ancho de Misiones.
En Eldorado están prohibidos los pasacalles. Bien. Pero si uno recorre la ruta 12, la 14 o cualquier otra, lo que ve son rutas empapeladas con gigantografías. No de comercios, no de emprendimientos privados —que, al fin y al cabo, hacen lo que quieren con su plata—, sino de candidatos.

Y no quiero imaginar cómo estará Posadas en este momento, repleta de la cara sonriente del candidato renovador.
Mientras tanto, en Montecarlo, la Escuela 773 sigue funcionando en un edificio prestado por la Iglesia, y los padres tienen que vender empanadas para pagar la energía eléctrica que consumen.
Esa es la postal real de la provincia “Startup”: los alumnos dan clases en condiciones indignas, pero las rutas están tapizadas de propaganda política.

¿De dónde sale toda esa plata?
Porque con lo que oficialmente se asigna a los partidos no alcanza ni para empezar. Yo averigüé cuánto cuesta un cartel ploteado, y créanme, no hay bolsillo común que lo sostenga.
Entonces uno se pregunta: ¿cómo puede ser que no haya recursos para terminar una escuela, pero sí para llenar la provincia de gigantografías?
¿No se les cae la cara de vergüenza?

Me contaban que algunos carteles de la renovación fueron rotos en la ruta. Y no está bien.
No se combate el abuso rompiendo carteles: se lo combate con propuestas, con estructura, con política de verdad.
Pero lo que sí indigna es la impunidad con la que se despilfarran millones en publicidad, mientras se pide austeridad al pueblo y se culpa al gobierno nacional de todos los males.

La mejor campaña para quien gobierna no es llenar de carteles las rutas, sino gobernar bien.
Hacer lo que la gente necesita, lo que espera, lo que merece.
No hay estrategia más efectiva que cumplir con la función para la que uno fue elegido.
Todo lo demás —las gigantografías, los slogans vacíos, las sonrisas photoshopeadas— son maquillaje.
Y encima, un maquillaje caro, pagado con dinero que podría tener un destino mucho más digno.

Ojalá que los nuevos legisladores, cuando asuman, se animen a ponerle un límite a este gasto obsceno.
Porque de cada diez carteles, ocho tienen la misma cara, y eso no habla de pluralidad: habla de abuso.
La gente no es tonta. La gente ve, compara y se cansa.
Y cuando se canse del todo, los carteles no van a servir de nada.

La Argentina necesita certezas, y Misiones, diputados que la representen con coraje, con propuestas y sin obsecuencia.

Audiodinámica | Crítica Profesional
Radio El Pueblo | 33 años comunicando

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Pepe Levy

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